lunes, 23 de enero de 2012

La Mujer Blanca que presenció un Night Sky Dreaming

En 1993 Tamara Lucas, una joven empleada de un museo de Glasgow, se dirigió a Australia en busca de algunas obras de Arte Aborigen Contemporáneo para la nueva Galería de Arte Moderno de la ciudad.

Su deseo era adquirir arte que no hubiera sido hecho por razones turísticas sino religiosas e investigar todo lo que pudiera sobre el significado y propósito de la pintura espiritual. Para ello se estableció con el pueblo aborigen de Yendumu en el territorio norte. Era vegetariana y se vio obligada a comer kanguros, lagartos y orugas. Dormía sobre el suelo, al aire libre y rodeada de mosquitos.


Se hallaba perdida, desorientada en un mundo simple y rudimentario apegado a la tierra. Su vida había pegado un tremendo vuelco llegando a temer que no conseguiría sobrevivir entre ellos. Pero gradualmente comenzó a entender el pensamiento y costumbres de aquella gentes que le acogieron hasta llegar a sentirse absorvida por sus contagiosas muestras de afecto, calor humano y sus risas sencillas y deliciosas. Lo que más le fascinaba eran esas noches negras y estrelladas cuando se escuchan historias ancestrales de los ancianos en medio del silencio, futuro y pasado de ensoñaciones que hablan de los orígenes del mundo, del destino del universo... Y ella, una mujer blanca, lo presenciaba. Era uno de ellos.

Un día, una de las mujeres de poblado la reconoció y le dió un nombre aborigen. A partir de entonces pertenecería al pueblo Yendumu, Paddy Japaljarri Sims sería su padre y ella cocinaría para él lo que resultó un absoluto fiasco. Él protestó inmediatamente de su modo de cocinar y su extraña comida y ella, humillada, volvió a Glasgow con una experiencia vivida, unos pocos cuadros, algunas historias del devenir del Mundo y poco más, dispuesta a retomar su vida de antes.
Unos meses después, llegaba un fax enviado por la Asociación De artistas Aborígenes de Walukurlangu informándole que Paddy Japaljarri Sims se disponía a interpretar un Night Sky Dreaming proponiéndole a su hija volver para asistir a la ceremonia. El cuadro resultante del trance podría llevarlo a Glasgow, los aborígenes se limitarían a pintarlo de acuerdo con la ensoñación y luego renunciarían a él en cuánto estuviese terminado. No compartían la tradición occidental de colgar pinturas de las paredes pero les complacía la idea de que su arte colgado en Galerías de Arte extranjeras pudiera ser contemplado por millones de personas dando a conocer su cultura al mundo.
Los aborígenes tradicionales tienen su propio concepto del tiempo. Para ellos todo tiene su propio tiempo: las estaciones, las rocas, los pozos, las plantas, los animales, hasta los humanos.




Son tiempos que se repiten desde el comienzo de los tiempos cuando todo fue soñado y pasó a existir. El propósito principal de la vida aborigen es volver a soñar el orígen de las cosas para que el mundo siga en armonía.








Su padre Paddy Japaljarri Sims nació en 1916 y como miembro más anciano de la comunidad sería el encargado de soñar el Night Sky. La ceremonia comienza cuando Paddy con otros elegidos inician el Viaje Místico a lugares sagrados hasta alcanzar las estrellas... El cuadro comienza cuando él y otros elegidos vuelven del trance. En el pasado habrían pintado sobre la piedra con pigmentos extraídos de la tierra, pero en esta ocasión pintarán sobre un lienzo deleitándose con la suavidad de los trazos. Paddy cubrió todo el fondo de un intenso color rosa que simboliza el renacer de un firmamento infinito.


Mientras Paddy Japaljarri Sims cuenta historias mágicas sobre consteleciones conduciendo la marcha de la ceremonia, hombres y mujeres colaborarán en pintar el cuadro durante al menos tres semanas entre cantos y risas, incluso danzas.



La Pintura Aborigen es la expresión de arte abstracto más relevante de nuestro tiempo y muestra los últimos retazos de la cultura más arcaica que aún subsiste fiel a la memoria de sus antepasados.

2 comentarios:

  1. Maravilloso post que nos enseña como pueblos sencillos como los aborígenes, al ser conscientes de su pequeñez, logran atisbar mejor que los orgullosos "civilizados" los Misterios del Universo.

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    1. Los días en el poblado Yendumu transcurren sencillos, del alba a la caída del sol. Allá donde todo cobra un sentido, sin recovecos... Fascinante ¿no?
      Gracias, Irial, por tus impresiones. Yo no lo habría descrito mejor.

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